viernes, 16 de enero de 2009
viernes, 9 de enero de 2009
Comentario crítico de La polera
La presentación de este relato me viene y me hace decir, que el joven escritor Roa, da pie a inmumerables imágenes poéticas o metafóricas. Demuestra la innovación léxica tan útil e imprescindible para crear, inventar y fantasiar con la sintaxis, la temporal gramática y el pesado concepto arbitrario de las palabras.
Se nota una sensibilidad ciega, capaz de ver en la oscuridad la luz de las cosas cotidianas.
Felicitaciones
Dr. Juan Pablo Reyes Núñez
Se nota una sensibilidad ciega, capaz de ver en la oscuridad la luz de las cosas cotidianas.
Felicitaciones
Dr. Juan Pablo Reyes Núñez
LA POLERA "EL VAPOROSO ENGAÑO". LUIS ROA
La Polera
“El vaporoso engaño”
Estabas sobre la cama quieta, algo ansiosa, por tu postura elegante y, por sobre todo, tu indiferencia. Al parecer sabes que eso me gusta, con ese planchado que tanto me agrada que no deja línea ni demarcación, solo tu cuerpo a disposición. Estabas tendida, creo que fue tanto mi asombro que llegué a la conclusión que eras a quien vi en mis sueños, a quien siempre busqué (y pensar que estabas ahí, sola para mí, sin la necesidad de esperar a que fueras mía). Lo contradictorio fue que no te esperaba. Lo claro fue que alguien te dejó posada en mi cama y la tarjeta que te acompañaba me profirió la distinción de adueñarte, de que por fin fuiste mía. Por tanto tiempo te soñé sin saber quien eras, hasta el momento que te vi, a quien idealicé metódicamente sin condición.
El lugar que eligió, para tú espera, y la manera de cómo optó para tenderte fue lo que me hizo inferir y presumir que quien te dejo tendida, era alguien que sabía que lo oscuro de tu tonalidad iba a ser lo que me cautivara de ti, polera mía. Fueron tantas las situaciones en las cuales dije que mi fin último eras tú, que ante todo, contra todo regalo y tras de ti solo existe una única verdad y es que seas usada por mí, sin mentiras de por medio, y a pesar que traten mi postura como aporía, la defiendo diciendo que la tarjeta me dio la facultad de adueñarme de ti y el tiempo me dará la razón y todos llegarán a la reflexión que mi pasión hacia ti, polera de mi amor, no es una sátira del destino. A pesar de los sarcasmos, que deduzco me obstaculizarán para que no te use, existe ante todo la condición de mi felicidad y no son inferencias ni deducciones las que enumero; son propiedades de mi condición para ser acertado en mi avanzar, hasta que llegue el gran momento en que te use y las relaciones que tuve con las demás poleras pasarán al olvido. No puedo renegar que son muchas las situaciones en las cuales la condición de mi júbilo llevaron a las inducciones de su pensar, pero el propósito mío no es contradecir su axiomático pensar, no admite especulación, pero mi substancia es seguir mis sueños y mi polera la soñé por mucho tiempo y reitero: la encontré sin saber que la buscaba. De ahora en adelante me acompañará y no me llegarán sus sarcasmos, mi vida es una comedia soñada y ahora que te tengo, polera amada, cortejada en mis oníricos desvelos, piropeada en con el futuro sudor que recorrerá todo tu planchado cuerpo, para cuando las nubes se vallan de vacaciones, sepas tú que de hoy en adelante existirás pegada a mi piel como siempre te quise.
Partiré por entregarte, como te lo mereces, un cuerpo, una piel bienoliente para que tu virgen tela toque mi humanidad por primera vez…
Ahora que mi perfumado cuerpo se hace merecedor de tu paño inmaculado me acerco hacia ti para que juntos vivamos este momento glorioso, que tanto codicié, pero comienza a suceder algo curioso: inicias una indiscreta plegadura de todo tu cuerpo, ya no tienes ese planchado que a primera vista me conquistó, y comienzas a balbucear palabras hirientes a mis oídos. Me dices que no soy el primero en tocar tu género, que ya fue o fuiste ocupado por alguien más en un país que está lejos de ser mi predilecto, que te ocupó por un tiempo y luego te votó (confieso que tal declaración produjo en mí un estremecimiento que llegó a humedecer mis mejillas), que viajaste en un buque por meses y miles de manos te tocaron, que incluso posaron sus cuerpos en lo que pensé hasta ahora, virginal tela, que por motivos de talla no estás en estos momentos en otra casa (el líquido que mojo mis mejillas, recorren mis labios). Me confiesas que no eres pura y casta. Eres una polera de ropa Americana, eso sí de poco uso (me dices a tu favor sin ninguna contemplación y lo salubre del líquido ya es parte de toda mi cara). No eres nueva, otro cuerpo se cruzó por mis sueños y se apoderó antes que mí. Me señalas que no es culpa tuya, que en este poco rato te llegaste a enamorar de mí, que te conquisté y que la culpa es de quien te regaló. Es esa persona la que me quiso engañar. Me indicas que nunca quisiste traicionarme, que te negaste a ser planchada, pero la nueva tecnología de planchas a vapor te ganaron, que lo tuyo es ser natural. Me dices que te perdone si hiciste mal y que nunca me quisiste mentir.
No seré el primero y la inseguridad me llevó a pensar que quizás no sea el último. Todo se confabula en mi contra, incluso, y puede que lo infiera, ya no te veo tan planchada; tu etiqueta muestra la hilacha, no está completa. ¿Cómo no me fijé antes? ya no te quiero. Además, al parecer, tienes alma de viajera. Sigue tu rumbo y tu vida de concubinato. Otros cuerpos te merecen, el mío no. Yo te quería mía, pero solo mía.
“El vaporoso engaño”
Estabas sobre la cama quieta, algo ansiosa, por tu postura elegante y, por sobre todo, tu indiferencia. Al parecer sabes que eso me gusta, con ese planchado que tanto me agrada que no deja línea ni demarcación, solo tu cuerpo a disposición. Estabas tendida, creo que fue tanto mi asombro que llegué a la conclusión que eras a quien vi en mis sueños, a quien siempre busqué (y pensar que estabas ahí, sola para mí, sin la necesidad de esperar a que fueras mía). Lo contradictorio fue que no te esperaba. Lo claro fue que alguien te dejó posada en mi cama y la tarjeta que te acompañaba me profirió la distinción de adueñarte, de que por fin fuiste mía. Por tanto tiempo te soñé sin saber quien eras, hasta el momento que te vi, a quien idealicé metódicamente sin condición.
El lugar que eligió, para tú espera, y la manera de cómo optó para tenderte fue lo que me hizo inferir y presumir que quien te dejo tendida, era alguien que sabía que lo oscuro de tu tonalidad iba a ser lo que me cautivara de ti, polera mía. Fueron tantas las situaciones en las cuales dije que mi fin último eras tú, que ante todo, contra todo regalo y tras de ti solo existe una única verdad y es que seas usada por mí, sin mentiras de por medio, y a pesar que traten mi postura como aporía, la defiendo diciendo que la tarjeta me dio la facultad de adueñarme de ti y el tiempo me dará la razón y todos llegarán a la reflexión que mi pasión hacia ti, polera de mi amor, no es una sátira del destino. A pesar de los sarcasmos, que deduzco me obstaculizarán para que no te use, existe ante todo la condición de mi felicidad y no son inferencias ni deducciones las que enumero; son propiedades de mi condición para ser acertado en mi avanzar, hasta que llegue el gran momento en que te use y las relaciones que tuve con las demás poleras pasarán al olvido. No puedo renegar que son muchas las situaciones en las cuales la condición de mi júbilo llevaron a las inducciones de su pensar, pero el propósito mío no es contradecir su axiomático pensar, no admite especulación, pero mi substancia es seguir mis sueños y mi polera la soñé por mucho tiempo y reitero: la encontré sin saber que la buscaba. De ahora en adelante me acompañará y no me llegarán sus sarcasmos, mi vida es una comedia soñada y ahora que te tengo, polera amada, cortejada en mis oníricos desvelos, piropeada en con el futuro sudor que recorrerá todo tu planchado cuerpo, para cuando las nubes se vallan de vacaciones, sepas tú que de hoy en adelante existirás pegada a mi piel como siempre te quise.
Partiré por entregarte, como te lo mereces, un cuerpo, una piel bienoliente para que tu virgen tela toque mi humanidad por primera vez…
Ahora que mi perfumado cuerpo se hace merecedor de tu paño inmaculado me acerco hacia ti para que juntos vivamos este momento glorioso, que tanto codicié, pero comienza a suceder algo curioso: inicias una indiscreta plegadura de todo tu cuerpo, ya no tienes ese planchado que a primera vista me conquistó, y comienzas a balbucear palabras hirientes a mis oídos. Me dices que no soy el primero en tocar tu género, que ya fue o fuiste ocupado por alguien más en un país que está lejos de ser mi predilecto, que te ocupó por un tiempo y luego te votó (confieso que tal declaración produjo en mí un estremecimiento que llegó a humedecer mis mejillas), que viajaste en un buque por meses y miles de manos te tocaron, que incluso posaron sus cuerpos en lo que pensé hasta ahora, virginal tela, que por motivos de talla no estás en estos momentos en otra casa (el líquido que mojo mis mejillas, recorren mis labios). Me confiesas que no eres pura y casta. Eres una polera de ropa Americana, eso sí de poco uso (me dices a tu favor sin ninguna contemplación y lo salubre del líquido ya es parte de toda mi cara). No eres nueva, otro cuerpo se cruzó por mis sueños y se apoderó antes que mí. Me señalas que no es culpa tuya, que en este poco rato te llegaste a enamorar de mí, que te conquisté y que la culpa es de quien te regaló. Es esa persona la que me quiso engañar. Me indicas que nunca quisiste traicionarme, que te negaste a ser planchada, pero la nueva tecnología de planchas a vapor te ganaron, que lo tuyo es ser natural. Me dices que te perdone si hiciste mal y que nunca me quisiste mentir.
No seré el primero y la inseguridad me llevó a pensar que quizás no sea el último. Todo se confabula en mi contra, incluso, y puede que lo infiera, ya no te veo tan planchada; tu etiqueta muestra la hilacha, no está completa. ¿Cómo no me fijé antes? ya no te quiero. Además, al parecer, tienes alma de viajera. Sigue tu rumbo y tu vida de concubinato. Otros cuerpos te merecen, el mío no. Yo te quería mía, pero solo mía.
lunes, 5 de enero de 2009
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Corresponsales de varias localidades de España y Latinoamérica, entregan comentarios, reseñas, críticas, análisis, propuestas y reflexiones, tanto sobre libros de literatura, historia, lingüística, filosofía, como de películas, obras de teatro, fotografía y pintura.
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