Este es un dibujo de la música tanguera. Del tres por cuatro.
Del arrabal porteño en un día de playa.
Pero, por otro lado, era la tristeza hecha alegría en un día de sol primaveral en la orilla del mar y a la orilla de la arena.
Una cabeza que servía de pelota en el jeugo de las paletas.
Unos brazos que acariciaban el vacío del océano frío, pero era nuestro tibio mar que nos bañaba tranquilo.
Los barcos, los veleros y las canoas aún paseaban a los marineros de todas las provincias costeras, de todas la caletas y muelles del mundo.
A lo lejos, lejos de todo, los niños jugaban con los contenidos de una botella, con los moldes de plástico y comían palmeritas entre varios. Un grande que se relajaba siendo niño, tiraba de un mini volantín roto y con cola larga.
Y yo yo traía rápido el mensaje para que lo lean los que no hablan.
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